viernes, 3 de junio de 2011

La escritura reflexiva: aprender a escribir y aprender acerca de lo que se escribe

Bibliografía:
Miras, M. (2000). La escritura reflexiva: aprender a escribir y aprender acerca de lo que se escribe. Revista Infancia y aprendizaje, (89), 65-80.

                Miras explica las tres funciones que puede llegar a tener la escritura, centrándose en la función epistémica. Luego analiza dos modelos de composición escrita, Flower y Hayes (1980) y Bereiter y Scardamalia (1987) para dilucidar si explicitan el carácter epistémico de la escritura. Finalmente se cuestiona sobre la posibilidad de aprender/enseñar esta función en la escuela.   

Por lo general, se le adjudica a la escritura una doble función. La primera, una función comunicativa que permite interactuar con otros; la segunda, una función representativa que posibilita la transmisión o representación del pensamiento.  Pero habrá que incluir, además, una tercera función a la escritura como subfunción de la representativa: la función epistémica.

Los dos argumentos que justifican su existencia son la distancia que constituye la escritura entre escritor y lector, y la posibilidad de reflexión que entrega el texto escrito de sí mismo. De esta manera, la función epistémica “hace referencia al uso de la escritura como instrumento de toma de conciencia y de autorregulación intelectual y, en último término, como instrumento para el desarrollo y la construcción del propio pensamiento.” (Miras, 2000, p. 67).  

La función epistémica, sin embargo, no es propia del lenguaje escrito, sino que pertenece a cualquier sistema simbólico. El lenguaje oral, por ejemplo, también posee una función epistémica, pero se ha argumentado a favor de que el lenguaje escrito posee un mayor potencial epistémico:

1. Aspectos formales: la escritura exige una mayor organización del texto en los distintos niveles compositivos y mayor precisión en el ámbito léxico.

2. La escritura implica un contexto no compartido entre escritor y lector, por lo que el texto se ve forzado a reconstruir el contexto de interpretación en el que tiene sentido el discurso y evitar ambigüedades. Esta distancia no es solo temporal y espacial, sino también sicológica, lo que hace necesario al escritor explicitar su contexto mental, detallando conexiones y relaciones entre ideas.

Miras analiza dos modelos de composición escrita para determinar si estos consideran la función epistémica de la escritura. El primer modelo es el de Flower y Hayes (1980), que es criticado por ser lineal, la generación de nuevas ideas se produciría solo en momentos iniciales del proceso y en el contexto de planificación, y por postular un único tipo de proceso de composición. El segundo modelo es el de Bereiter y Scardamalia (1987), que plantea de forma específica el proceso que hace que la escritura sea epistémica [véase B. y S. (1992) para una mejor explicación].

La función epistémica de la escritura no es intrínseca a esta, ya que no siempre se transformará el conocimiento. Se requieren conocimientos básicos del contenido conceptual y retórico para alcanzarla. Si no se conoce el tema en la profundidad necesaria, difícilmente se podrá evitar reproducir el modelo ‘decir el conocimiento’.

Miras analiza si se puede enseñar y aprender a escribir reflexivamente. Apoyada en los estudios de Bereiter y Scardamalia, determina que la práctica de escritura no es suficiente para lograr escribir reflexivamente, sino que se debe a “distintos tipos de procesos de aprendizaje de la escritura” (p. 76). Existen diversos métodos que podrían ayudar  a conseguirlo, pero la autora cuestiona el sentido de enseñarla en un contexto educativo basado en la repetición. Por último, señala, que la gran dificultad de enseñar este tipo de escritura se encuentra en que el profesor deberá ser un escritor epistémico capaz de explicitar el modelo de composición escrita para ayudar a sus estudiantes a adquirirlo.

¿Toda persona puede llegar a utilizar la escritura como herramienta epistémica? ¿Se busca este objetivo en la escolarización? La educación, ya lo señala Tolchinsky & Simó (2001), se encuentra fuertemente dominada por diversas políticas de enseñanza. La escritura epistémica otorga un grado de reflexión y crítica que difícilmente puede ser controlado de manera externa. En este sentido, se perderá el control sobre la educación que señalan T. y S.
Parece muy acertada la reflexión de Miras acerca de cómo enseñar una escritura epistémica en un modelo educativo de reproducción de conocimientos. Pensando en el contexto actual chileno, ¿se han implementado cambios desde el MINEDUC para lograr este objetivo? ¿Es esto un objetivo? ¿Están las condiciones necesarias? ¿Están los profesores, hoy en día, capacitados para enseñar este tipo de composición escrita?

No hay comentarios:

Publicar un comentario