miércoles, 30 de marzo de 2011

Literacy practices

Bibliografía:
Barton, D. & Hamilton, M. (2000). Literacy practices. En Barton, D., Hamilton, M. & Ivanic, R. (Eds.), Situated literacies. Reading and writing in context (pp. 7-15). Londres: Routledge.

            Barton y Hamilton presentan una introducción a los conceptos de prácticas letradas (literacy practices), el carácter situado de estas prácticas (events) y explican los principios de una teoría social de literacidad. Su afirmación inicial es “that literacy is a social practice” (Barton & Hamilton, 2000, p. 7).

            Se entiende ‘prácticas letradas’ como la conceptualización de la conexión ente las actividades de lecto-escritura y las estructuras sociales en que se inscriben y ayudan a dar forma (p. 7). Estas prácticas involucran tanto al individuo como a la sociedad, concierne la conciencia que tenga la persona sobre la literacidad, sus construcciones tanto orales como escritas, además comprende procesos sociales, conocimientos compartidos representados en ideologías e identidades sociales (p. 8).

            Al ser prácticas letradas será necesario que estas interacciones se enmarquen en una situación determinada (events) en que las actividades de lecto-escritura cumplan un rol: “Literacy events are activities where literacy has a rol.” (p. 8). Por ejemplo, el debate entre estudiantes en una clase acerca de una novela: se encuentra una sociedad (estudiantes), insertos en una práctica social (clase) y además letrada (discusión oral en torno a la novela). Esta concretización del hecho en que ocurre una práctica letrada establece el carácter de ‘situado’, es decir, la literacidad existe en contextos reales (p. 8.).

            Las prácticas letradas son tantas y variadas como lo son las prácticas sociales, así es como no se concibe una única literacy, sino literacies (p. 10). Las prácticas letradas varían según los distintos dominios de nuestra vida, y conforme la práctica social en que se adjunta, adquirirá mayor o menos prestigio. De esta forma es que se explica que la literacidad encontrada en un chat es de carácter informal y de menor valor que la utilizada en un artículo científico, siendo ambas prácticas igual de válidas e importantes. Literacy practices are patterned by social institutions and power relationships, and some literacies are more dominant, visible and influential than others.” (p. 12).

            La persona se apodera de un texto para su propio propósito, ya que un texto no tiene significado independiente del contexto en que se usa y tampoco tiene funciones independientes del significado social en el que se utiliza (p.12). El texto es dependiente del contexto de uso y del significado social atribuido. Esto determina que la literacy muchas veces es un medio que apoya un fin ulterior y no un fin en sí misma.

            Las prácticas letradas y las prácticas sociales se modifican mutuamente. La literacy ayuda a darle forma y a establecer cierta práctica social, mientras que la práctica social determina el uso de las actividades de lecto-escritura.

            Estas nociones que presentan Barton & Hamilton llevan a establecer seis principios básicos que constituirían la base de una teoría social de literacidad (p. 8):
-         Literacy se entiende enmarcada en prácticas sociales, mediadas por textos y concretizadas en events.
-         Hay diferentes literacidades asociadas a diferentes dominios de la vida.
-         Las prácticas letradas son moldeadas por instituciones sociales, por lo que algunas literacies son más dominantes, visibles e influyentes.
-         Las prácticas letradas se adscriben en objetivos sociales mayores.
-         Literacy ha sido históricamente situada.
-         Las prácticas letradas cambian y las nuevas se adquieren a través de procesos informales de enseñanza.

            ¿Qué conlleva la terminación ‘literacy practices’? ¿Qué diferencia tiene con una práctica social cualquiera? ¿Cómo se van creando las nuevas prácticas sociales? ¿Cómo se van aprendiendo? Esta introducción acerca de las prácticas letradas abre un nuevo campo de estudio e investigación. Parece interesante la inclusión del concepto ‘situado’ y la relación entre que las prácticas letradas son situadas y si se quiere estudiar las prácticas letradas debe estudiárseles en su concreción, ya que contradice a lo planteado por Saussure en su Curso de lingüística general (1945). Él planteaba que lo que podía estudiarse era la lengua y no el habla. Por otro lado, la concepción de ‘práctica’ implica cierta estabilidad, de manera que se plantean diferentes y múltiples pequeños sistemas que se utilizan cotididianamente, que formalmente podrían denominarse géneros discursivos. Por último, se amplia la investigación a los campos de la educación al preguntarnos por cómo aprendemos las prácticas letradas. Será necesario investigar las estrategias de enseñanza vernácula.

Lo hablado y lo escrito

Bibliografía:
Blanche-Benveniste, C. (1998). Algunas características de la oralidad. En Estudios lingüísticos sobre la relación entre oralidad y escritura (pp. 29-64). Barcelona: Gedisa

            Blanche-Benveniste establece las relaciones entre el lenguaje oral y el lenguaje escrito, en qué se diferencian, cómo se influyen mutuamente, para concluir una total independencia conceptual entre escritura y oralidad, si bien ambos lenguajes se encuentran estrechamente vinculados.

            Plantea desde un comienzo la noción general que se tiene de la relación oralidad y escritura, luego demuestra el error de tal conciencia:
Lengua hablada espontánea […] de seguro llena de errores; lengua escrita refinada, [atestigua] la gramática de la lengua. La noción misma de lengua hablada suele estar todavía ligada a los aspectos negativos de la lengua: errores, inacabamientos, particularidades de los barrios bajos, etcétera. (Blanche-Benveniste, 1998, p. 29).

            Las diferencias entre lo oral y lo escrito consisten en tres puntos clave. Primero, las operaciones cognitivas que comprende cada proceso no son iguales. La oralidad estaría ligada a lo que se quiere decir (to mean) y la escritura a lo que se dice (to say). Además, sin la escritura no se tendría una conciencia metalinguística (p. 31). Segundo, la escritura no es una transposición de la oralidad. “La expresión ‘escribir como se habla’ tiene pocas aplicaciones reales.” (p. 33), ya que existen muchos otros elementos pertenecientes a la comunicación que comprende la oralidad y que para la escritura le es imposible representarlos, tales como: gestos, progresiones tonales, énfasis (véase p. 50). Tercero, los modos de producción de lo oral y lo escrito suceden de forma muy diferente. El escrito se presenta como un elemento acabado, sin sus etapas de producción, la oralidad, en cambio, sí las muestra (p. 42). Durante la producción de un texto se puede modificar lo escrito en un principio, es decir, volver atrás y modificar el texto. Estos procesos no son visibles una vez realizado los cambios. Pero la oralidad no puede corregir lo que ya fue dicho: “En el uso conversacional, la lengua hablada deja ver las etapas de su confección. Se ven allí tanto apilamientos de elementos paradigmáticos como idas y vueltas sobre el eje de los sintagmas.” (p. 43).

            ¿Cómo pensar una oralidad distinta de la escritura? ¿Cómo concebir ambos fenómenos de manera individual? Parece ser central la distinción que realiza Blanche-Benveniste para llevar a cabo un estudio acerca de lo oral o de lo escrito por separado, ya que, estableciéndose sus fronteras, se puede lograr una aproximación directa y sin inmiscuirse en el otro terreno. Aun  así, si bien estas distinciones son claves y pueden ser una primera aproximación a los estudios de lo oral-escrito, no creo posible una auténtica concepción de lo oral proviniendo de una persona letrada, ni menos a través de un medio escrito; de la misma forma que alguien iletrado pretenda dar una concepción de escritura. Pero alguien letrado no carece de lo oral como sí alguien iletrado de lo escrito, ¿dónde estaría el problema? El impedimento radica en que parece imposible una concepción de lo oral desde la oralidad para alguien letrado, dado que una vez letrado, la oralidad se concibe desde la escritura.
            Por otra parte, profundiza en el texto de Olson, Desmitologización de la cultura escrita, agregando más elementos y de forma más detallada acerca de la demostración de por qué la escritura no es una transcripción de lo oral.

Desmitologización de la cultura escrita

Bibliografía:
Olson. D. (1998). Desmitologización de la cultura escrita. En El mundo sobre el papel (pp. 21-39). Barcelona: Gedisa.

            Olson establece relaciones entre la escritura y la sociedad, y se centra principalmente en seis creencias que se tienen a nivel general sobre la cultura escrita, que luego refuta. Además, introduce intentos de teorías que tratan de explicar el modo en que la escritura se relaciona con el lenguaje, mente y cultura.

1. La escritura es transcripción del habla:
Saussure y Bloomfield mantenían esta hipótesis. El hecho de que todo lo que se dice puede escribirse y todo lo escrito puede leerse confirma esta idea.
* Pero la escritura no es transcripción del habla porque hay propiedades de lo que se dice que no pueden ser registradas, tales como el modo en que fue dicho o las intenciones subrepresentadas. “Lejos de ser una mera transcripción del habla, la escritura es analizada como un modelo para el habla misma.” (Olson, 1998, p. 28).

2. Superioridad de la escritura sobre el habla:
El habla es una posesión imprecisa y desordenada. La escritura, por el contrario, es un instrumento de precisión y poder.
* La escritura no es superior, ya que las propiedades léxicas y gramaticales, que se le atribuyen generalmente a la escritura, son originariamente de la oralidad. La escritura es solo una representación de lo oral. Además, todas las lenguas, escritas o no, son potencialmente capaces de expresas todo el espectro de significados.

3. Superioridad tecnológica del alfabeto escrito:
Se cree que la evolución del alfabeto está ligado al desarrollo de las sociedades. Primero la pintura de objetos, luego el signo de palabras y preposiciones, por último el alfabeto griego, este sería el más avanzado y, por lo tanto, superior. Olson cita a McLuhan: “Mediante un signo desprovisto de sentido ligado a un sonido desprovisto de sentido, hemos construido la forma y el sentido del hombre occidental.” (p. 25).
* El alfabeto griego no es superior, sino tan solo la adecuación de un silabario a la lengua griega.

4. La escritura como órgano de progreso social:
La alfabetización está relacionada con el desarrollo social. Historiadores han descrito que la cultura escrita se vincula a la urbanización e intercambio comercial. Ser analfabeto significa ser incapaz de conocimiento y reflexión.
* La escritura no simboliza del todo un progreso social, ya que puede ocasionar esclavitud, como es el caso de los contratos laborales. Además, existen estudios históricos que establecen que la escritura es un medio para controlar la sociedad.

5. La cultura escrita como instrumento de desarrollo cultural y científico:
La cultura escrita es responsable del surgimiento de modos de pensamiento moderno como la filosofía, ciencia, justicia, entre otros.
* La cultura escrita no es sinónimo de desarrollo cultural. Los griegos se servían de la cultura oral y eran culturalmente desarrollados. Ellos favorecían el análisis y la argumentación como instrumentos de pensamiento.

6. La cultura escrita como instrumento de desarrollo cognitivo:
El aprender a leer y a escribir, actividades propias de una cultura escrita, entrega un grado de abstracción al pensamiento del cual carecen las culturas orales.
* Es un error identificar el medio de comunicación (escritura) con el conocimiento que se comunica. La habilidad de leer deja de lado la significación del contenido.

            Olson señala que es necesaria una teoría que explique la relación entre escritura, lenguaje, mente y cultura. Se han postulado algunas, pero no han sido lo suficientemente consistentes. El problema puede que se deba a lo poco que se ha investigado la cultura escrita y a las creencias ya mencionadas.

            Las comparaciones que establece Olson parecen ser apropiadas, aun así, creo que más que desmentir las creencias, deja en claro una polémica sobre cada punto. Los argumentos, tanto los que utiliza como los que rebate, no profundizan a cabalidad en la creencia tratada, por lo que no son más que ejemplos que carecen de consistencia argumentativa. Como introducción a los estudios acerca de la cultura escrita y sus influencias es un texto muy adecuado, deja en claro las polémicas y, a su parecer, lo necesario para continuar satisfactoriamente con los estudios.